martes, 6 de agosto de 2013

Señales

En las planicies cercanas a un gran río vivía Aaron, un hombre que presumía de haber seguido siempre fielmente la voluntad de Dios. Iba al servicio cada domingo, leía la Biblia y no cometía ningún acto que considerara pecaminoso. Se consideraba a si mismo un hombre justo y merecedor de la recompensa del Señor.

Y sucedió que una primavera hubo grandes riadas y el río junto a su casa creció y creció llenando lentamente la planicie. Fue cubriendo las riberas, las carreteras y llegó hasta las poblaciones. Y de forma lenta pero continuada iba inundando todo lo que encontraba a su paso hasta que llegó a las cercanías de la casa de Aaron. El hombre que se consideraba justo contempló desde su porche como todos sus vecinos abandonaban sus casas, mientras él rezaba al Señor.


Finalmente, nadie quedó en el vecindario y cuando ya el agua comenzaba a cubrir la carretera pasó un último coche que se detuvo para recogerle, pero él rechazó la oferta con estas palabras: "No necesito más refugio que el Señor. Mi Dios me salvará".

El agua continuó ascendiendo y Aaron tuvo que subir a la primera planta de su casa porque el agua ya cubría los bajos. Y mientras rezaba con mayor fuerza, pasó una barca. Los que viajaban en ella le gritaron para que se reuniera con ellos y se salvara, pero él les contestó: "No necesito más refugio que el Señor. Mi Dios me salvará".

Y el agua continuó subiendo. El hombre que se consideraba justo tuvo que subir al tejado de su casa, el único lugar no cubierto por las aguas en todos los alrededores. Y allí rezó y rezó para que Dios le salvara. Entonces oyó un gran ruido, vio como se abrían los cielos, pero lo que descendió no fue un ángel, sino un helicóptero que se acercó a él para rescatarlo. Irritado por su decepción, rechazó su oferta y mientras el agua seguía subiendo gritaba: "No necesito más refugio que el Señor. Mi Dios me salvará" Aún lo repetía mientras se ahogaba.

Cuando recuperó la conciencia se encontró en las puertas del Cielo frente a Dios. Y aún irritado por no haber sido salvado, increpó a Dios con estas palabras:
¿Cómo has podido fallarme de esta manera, Señor? Yo que sólo he vivido por ti. Yo que renuncie a todos los placeres y a cualquier sospecha de pecado para ser justo. Y en el momento de apuro no me ayudaste. ¿Por qué, Señor, por qué?
Y Dios, contemplándolo lleno de amor le contestó:
¡Ay, Aaron, Aaron! Ya lo intenté. Te envié un coche, luego te envié una barca y finalmente te envié un helicóptero. Los rechazaste todos. ¿Cómo querías que te salvara si no supiste reconocer como te tendía mi mano?

a.


miércoles, 14 de noviembre de 2012

Inconscientes

Hoy he podido leer una noticia de un tema que siempre me deja frío. Es sobre el acoso escolar. Resulta que una chica de 16 años de Ciudad Real ha fallecido finalmente después de que, presuntamente, se haya intentado suicidar por el maltrato de sus compañeros en el Instituto. Yo creo que todos, o casi todos, hemos visto casos en los que los chicos populares, "chulitos", se ensañan con los típicos "gafotas", gorditos o "frikis" en general. 

No paro de darle vueltas en buscarle una solución, o por lo menos descubrir cuál es la raíz de que se cometan estas cosas. ¿Qué es lo que puede llegar a corromper la inocencia de un niño, de un adolescente? ¿La mala educación recibida? ¿Los medios de comunicación? ¿De verdad alguien se cree que por ver "La Jungla de Cristal" nos volvemos unos asesinos en serie?

No creo que existan personas poseídas demoníacamente por un ser maligno. Existe ese angelito bueno que se posa sobre el hombro derecho y que en psicología se llama conciencia. Es esa que te han inculcado los padres, que te enseñan en Barrio Sésamo, que se aprende al compartir con tus iguales. 

Si nadie nos para nunca los pies, si nadie nos enseña a distinguir lo bueno de lo malo, si nadie nos "castiga" cuando cometemos un error grave... ¿a donde vamos a llegar?

a.

martes, 13 de noviembre de 2012

El cambio

El tiempo pasa y las cosas cambian. Es el momento de empezar una nueva etapa en internet, con nuevas fórmulas y nuevos objetivos. Esto ya no será lo que era.

Comenzamos...

viernes, 3 de febrero de 2012

Perros en pandilla siguen mi rastro

Recuerdo aquel viaje que hice años atrás. Sentado en mi automóvil, solo, sintiendo el aire del norte en mi rostro. Varios días seguidos huyendo de mis tormentos hacia tierras vírgenes. Suena "una semana en el motor de un autobús". La costa, las cumbres borrascosas, el ganado, los chopos... Ni siquiera existe la preocupación del precio de la gasolina, porque no hay preocupaciones. Hice un pacto con el sol para que no se pusiera nunca. Solos yo y el asfalto.

a.

Momento post-deposicional

Miedo de decir adiós. Miedo de decir hasta luego. Miedo de que un hasta luego se convierta en un adiós. Miedo de que me digan adiós. Miedo de que me digan hasta luego. Miedo de que me digan hasta luego y se convierta en un adiós.

Todos sabemos como acabará esto.

a.

viernes, 6 de enero de 2012

Perdido



El desierto es cada vez más ancho. El horizonte se hace borroso entre el calor que desprende la fina arena. Solo. Queda muy poca agua en mi cantimplora y casi nada de comida. El sol está inmóvil. Cada hora que pasa es un paso más hacia un final desastroso y predecible. No hay oasis donde refugiarse. Un escorpión. Mi aliado.






-¿Por qué huyes? ¿Hacia donde te diriges, animal de las arenas?



-A ninguna parte. Como tú.






a.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Historia de una huida

La vida se me tuerce y yo me encuentro perdido. Porque ya no quedan lugares a los que dirigirse ni personas con las que compartir historias. Porque quiero estar solo y no puedo. Porque lloro cada vez que río. Porque a veces no como. Porque a veces no duermo. Porque lo único que hago es seguir, pasando las hojas del calendario, esperando...


a.